sábado, 18 de febrero de 2017

Cantar

Hace unas semanas estuve en un proceso para empezar a trabajar como directora de coro. Después de la entrevista por parte de las psicólogas, tuve que hacer una audición ante los expertos en el tema. En aquella audición confirmé una fuerte sospecha que tenía: No tengo suficientes conocimientos de técnica de dirección. No me sorprendí, la verdad es que nunca he estudiado el tema; pero además me dijeron que tengo algunas deficiencias en cuanto a la técnica vocal. El tema de la técnica vocal siempre toca una fibra en mí. 

Empecé a cantar cuando era muy niña. Desde que entré al colegio a los 6 años pertenecí a coros, y a los 9 años debuté como solista del coro de primaria. Viendo algún video de esa época, me dí cuenta de que lo especial en mí era mi afinación casi robótica, más que la calidad de mi voz, sin embargo el ego comenzó a inflárseme progresivamente. A los 13 años alguien me sugirió que tomara clases de técnica vocal, y yo lo tomé como un insulto. No pensaba que a mi voz le hiciese falta algo, y sentía que me estaban dando a entender que no era suficiente. Muchas lágrimas de adolescente se derramaron alrededor del asunto, y al año siguiente, estando a punto de cumplir 14, decidí que sí iba a tomar las clases. 

Tomé clases de canto cuatro años antes de entrar a estudiar música profesionalmente. Destaqué siempre en la academia donde estudié, pero no sólo por mi voz, sino por mis habilidades musicales generales, tanto que se me otorgó una media beca para estudiar piano también. Todavía me fascina tocar el piano, y aunque no he llegado a ser muy buena por la falta de constancia, quisiera algún día llegar a serlo. 

 Cuando terminé el ciclo básico de la carrera universitaria como cantante, decidí cambiarme a composición. Durante los dos años de composición y estos tres años después de graduarme dejé de formarme como cantante. Pensé que 7 años de mi vida tomando clases de canto debían haber sido suficiente. Pero en esta audición me dan a entender que no es así, que tengo aún mucho que mejorar. No lo pude creer y mi ego se hirió un poco. De hecho, llegué a mi casa a comprar un espejo para poner en el atril del piano y así empezar a controlar las mañas que me señalaron. También desempolvé un libro que tuve que adquirir en la universidad pero que jamás leí, un libro ambicioso acerca de la voz cantada que abarca el tema desde donde sea posible: desde la anatomía y la fisionomía, hasta la física y la psicología. 

El capítulo acerca de la psicología del canto es uno de los primeros, y quedé asombradísima de lo que encontré. Les compartiré algunos puntos que me encantaron. El libro es "La voz del cantante: Bases foniátricas para la enseñanza del canto" Wolfram Seidner/Jürgen Wendler. Ed. Henschel, Arte y Sociedad: Berlín 1982, Trad. Hans Stein.

1. El canto es comunicación. Recuerdo que siempre me acomplejó que mi voz no es particulamente hábil en cuanto a hazañas virtuosas, y mi timbre tampoco es el timbre más bello y grandioso. Pero mi papá solía consolarme mostrándome artistas que sin gran calidad vocal transmitían como nadie las emociones, eran expresivos. Después de todo, la música debe expresar. 

2. La técnica amplia estas posibilidades expresivas. Porque a través de la técnica el cantante aumenta la capacidad artística de transmitir un espectro cada vez más amplio de estados psíquicos. 

3. El cantante debería cantar porque se siente instado a hacerlo, no sólo porque fue dotado con una hermosa voz y aprendió a usarla. Esto lo afirma Felsenstein, un teórico del teatro. Concentrarse en la técnica no debe quitarle al cantante la atención a la obligación de expresar, y por lo tanto de sentir. En el libro se propone que así como se forma al cantante en técnica con diferentes ejercicios, debe formársele también en sentir, en emitir sonidos que signifiquen algo siempre. 

4. El dominio de la técnica, es decir, su automatización, dará libertad al cantante para ser más creativo en cuanto a la expresión. Así, el cantante no tendrá que fijar su atención en los aspectos técnicos, porque estos ya están tan interiorizados que, al contrario, le servirán de base y de herramienta para transmitir lo que necesita expresar.

Aún no me trago del todo que tenga deficiencias después de tantos años. Supongo que los mejores artistas se sentirán así siempre y por eso trabajarán el doble. Sin embargo, después de leer estos pasajes me siento motivada, porque la razón por la que canto es para expresarme, la razón por la que también escribo. 

Si algo puedo depurar de mi vida musical hasta ahora, es que Dios me dotó del lenguaje de la música, más que de unas capacidades físicas. A través de ese dominio del lenguaje he podido utilizar mis capacidades físicas limitadas para comunicar lo que siento. Las mañas que me señalaron aquel día tienen mucho que ver con un intento de suplir lo que naturalmente no tengo, como un vibratto amplio. Debería devolverme a limpiar mi voz y partir de lo que tengo para mejorar mi técnica, sin pretensiones, pensando más en expresión que en el virtuosismo.

El último mes

Mi querido y maltrecho Mac de segunda mano, que alegría me da estar acariciando tus suaves teclas, en comparación con las del enorme y profe...