viernes, 7 de agosto de 2020

Música para escuchar, para estudiar e interpretar

 Entre mis aventuras de cuarentena en Bogotá están: primero, aquello de tener que aguantar músicos en la calle que te obligan a escucharlos desde tu casa, no importa si estás dictando clase de música o ensayando tu propio repertorio, ellos irrumpen con sus parlantes a todo volumen y hay que sufrirlos, ya sea porque la calidad de la interpretación es mala, ya sea porque simplemente el género no es del gusto de uno. Segundo, discusiones que he tenido acerca del valor de la música hecha por aficionados pero con amor.

Los dos temas me han traído de vuelta a algo que venía pensando hace tiempo: que debo distinguir entre la música que me gusta escuchar, la que me gusta para tocar, y la que me gusta para estudiar y mejorar mi técnica, pues me salen facetas diferentes como músico: la de "consumidora", la de "artista" y la de "estudiante". 

Voy a empezar con la polémica de la música hecha por aficionados. Ellos argumentan que es mucho lo que les aporta la música aprendiendo a interpretarla, lo cual entiendo a la perfección porque soy profe. Es hermoso ver cómo los estudiantes, o las personas que no saben y hacen música como pueden (ej: coros de parroquia), le ponen todo el compromiso y la pasión, y van creciendo con el tiempo en su técnica e interpretación. Yo misma me encuentro ahí en mis estudios de instrumentos que no son la voz, y me encanta saber que por fin puedo tocar Bach en el piano, así no sea una interpretación de concierto, es algo que me hace sentir realizada, y que crezco en la técnica de teclado y en virtudes como la disciplina; Es mi faceta de "estudiante". Pero eso no significa que vaya a poner las grabaciones de mis estudiantes o del coro de la parroquia en la casa para entretenerme o relajarme, porque todo el tiempo voy a estar preocupada de que no lo hacen perfecto y no voy a disfrutar la música como tal. Tampoco quisiera poner los trabajos para teclado de Bach, me gustan para tocarlos, pero no para escucharlos, y esto sí es cuestión de gustos.

Debo decir que no pondría para relajarme mis propias canciones, o mis covers. Es más, hace años que no oigo las canciones de las que tengo covers, porque las escuché demasiado para sacarlas, adicional a que en algún momento mi versión comenzó a distar mucho de la original. Cuando toco mis propias versiones vuelco mis emociones y todo mi interior en ellas y las canto como si las hubiese escrito. Cuando necesito de esas canciones, y de mis propias canciones, necesito cantarlas yo misma, no escucharlas, porque debo sacar eso que siento para sublimarlo y liberarlo, porque una emoción que me hace sacar o componer una canción es demasiado fuerte para contentarse con escuchar, o no existe canción que la exprese. Al menos así me pasa a mí. Aquí soy yo como "artista". 

Entonces para escuchar, me gusta cierta música, que puede o no ser compatible con lo que estudio o interpreto, pero que tiene que ser bien interpretada o producida, la calidad debe permitirme disfrutarla como lo que es, sin tener que fijarme en asuntos técnicos. Y puede que además, haya música que me gusta especialmente en vivo, en espectáculo, como son las papayeras, por ejemplo, y la música sinfónica, que prefiero mil veces en concierto que en grabación, porque esos tambores y gaitas, y esas cuerdas y vientos me atraviesan con la plenitud de su sonido de una forma sobrecogedora, lo cual sólo es posible si uno está al lado. Aquí soy yo como "consumidora". Supongo que entre los músicos lo que hacemos es que bebemos de otros en una especie de círculo solidario: alguien hace la música que tú amas escuchar, y otra persona ama escuchar la música que tú haces. 

Hay músicas en la que sí convergen varios de los mundos: Me encanta escuchar y estudiar a Dowland; me encanta estudiar, interpretar y escuchar lo vocal de Bach; me encanta escuchar y sacar pop hecho por hombres, me encanta estudiar e interpretar el canto gregoriano, y me encanta escuchar y estudiar los corales de la música sacra cecilianista. 

Me gustaría saber si a mis colegas músicos les pasa algo similar... O si sólo soy yo. 

El último mes

Mi querido y maltrecho Mac de segunda mano, que alegría me da estar acariciando tus suaves teclas, en comparación con las del enorme y profe...