martes, 28 de noviembre de 2017

Frodo, Sam, el anillo y las rupturas

El mes pasado fue especialmente difícil para mi prometido y yo, no por algún problema entre nosotros, sino por un desencuentro y una decisión complicada de tomar respecto a un proyecto al que ambos pertenecíamos. Al final tuvimos que romper con el proyecto, porque era más mal que bien el que le estaba trayendo a nuestras almas, y todo este tiempo desde que aquello pasó, se ha sentido como si de verdad hubieramos terminado una relación de pareja.

Hemos entonces pasado por las distintas etapas del duelo: Tranquilidad de que terminó, tristeza, negación, ira, rencor, duda, resignación y finalente aceptación. Para cada etapa tuvimos que buscar medios para hacerla más llevadera: salimos con amigos, fuimos a cine los dos, comimos helado, lo cuál es decir mucho por la situación económica en la que nos encontramos. Retomamos también otros proyectos que habíamos hecho un poco de lado debido al tiempo que consumía el otro, y avanzamos muchísimo en un par de semanas buscando distraernos del dolor. 

Cuando se nos había acabado el dinero para los consuelos externos, le dije a mi prometido que había algo que siempre me ayudaba a pasar las transiciones cuando había cambios fuertes en mi vida, o procesos y momentos difíciles: ver las películas de El Señor de los Anillos. Esta saga salió cuando ambos éramos niños, y toda la vida nos ha encantado, es un gusto que compartimos. Gracias a estas películas conocimos a Tolkien como autor y como persona, y a pesar de que leímos los libros después, seguimos teniéndole especial cariño a las películas de Peter Jackson.

Hay tanto contenido, tantos personajes, tanta profundidad moral y espiritual en la fantasía y la construcción de ese mundo, que siempre le encuentro un nuevo  sentido, me identifico con alguien nuevo, siempre hay algo que descubrir, y siempre me alienta para seguir con mi vida ver como los seres más humildes de la Tierra Media destruyen el más grande mal que hay en ella. 

Esta vez vi en Frodo a mi prometido, pues desde que estoy con él, he visto que por amor a la verdad a veces sufre más de lo que recoge frutos. Sin embargo, sé que sólo él podría hacer lo que hace, que es defender la Iglesia Católica y la moral en el campo del periodismo. Sólo él puede, gracias a esa riqueza interior que es su mayor fortaleza, así sea invisible a los ojos de las gente en general, tal como le pasa al Frodo Bolsón. Curiosamente él me vio a mí en Sam, el fiel apoyo y heroico compañero de Frodo. Nunca pensé que me parecería a Sam, siempre me vi como un Pippin, torpe e ingenua, sin embargo mi prometido me explicó que a pesar de que Sam no entendía muy bien todo lo que sucedía y por lo tanto la complejidad del asunto, simplemente cumplía el compromiso que le había hecho a Gandalf al salir de La Comarca, implicase lo que implicase. Y sí, es cierto que la mayoría del tiempo no sé qué sucede ni me afana tomar posturas o construir una opinión, lo que realmente me mueve es que si acepté el llamado de Cristo, tengo que atenderlo y cumplirlo a cabalidad dentro de lo que soy, en mi medio, con mi oficio y en la vida cotidiana. 

Una vez terminamos de ver El Retorno del Rey, estábamos refrescados y animados a seguir batallando, a seguir con nuestras vidas luchando por salir adelante. Eso sí, no pudimos evitar preguntarnos cuando será que destruiremos el anillo: ¿cuándo acabará el desempleo y podremos casarnos?


El último mes

Mi querido y maltrecho Mac de segunda mano, que alegría me da estar acariciando tus suaves teclas, en comparación con las del enorme y profe...