lunes, 19 de julio de 2021

La vocación, entre otros

 Estos días han sido muy buenos: he podido ver por fin a mi familia, me han salido trabajos, tengo mi misa, mis pocos amigos, estoy muy contenta cantando en donde canto, y mi esposo y yo nos hacemos felices. Estoy tranquila, serena por dentro. No obstante, ayer le contaba a mi esposo que me cuesta creer que este momento de sosiego y consuelo sea genuino y me da una especie de sentimiento de culpa, una sensación que viene del mismo lugar que mi maña de pedir perdón excesivamente y no considerar buenas la mayoría de cosas que hago. 

Una conversación que tuve hace poco con mi mamá me dio una pista al respecto, y nuevos alientos para empezar a rectificar la percepción que tengo de mi misma. 

Hablábamos acerca de la vida religiosa (volverse monja o monje), y yo le decía que a pesar de que me parece un estado de vida superior, bellísimo y admirable, sabía con certeza que no era para mí. Ella me dijo que tal vez si me hubiera fomentado más esas características mías que se inclinan a la vida religiosa, yo habría tomado ese camino. Supongo que para algunos no hay en esta frase nada que resaltar, y aún así, a mí me golpeó y me abrió los ojos súbitamente a una verdad: Si yo hubiera sido religiosa no habría sido yo, porque estoy muy segura de que mi vocación es al matrimonio, por eso me casé, y me siento profundamente realizada y feliz. Le dije con un poco de brusquedad que, así hubiésemos contemplado con más cuidado la vida religiosa para mí, yo habría llegado al mismo resultado, que lo mío es el matrimonio. Ella me respondió con un "eso no lo podemos saber". 

Sí lo podemos saber. Dios nos creó tan distintivamente a cada quien, con propósitos y personalidad tan específicos, que no creo que seamos capaces de negar nuestro temperamento, carácter, inclinaciones o talentos tan fácilmente, en especial quienes lo amamos y buscamos complacerlo. Lo que quiero decir es que, si yo fuera para religiosa, la Providencia se habría empeñado en hacérmelo sentir, ver, y dejarme sin descanso hasta lograrlo. 

Eso sí, aclaro que mi mamá ha sido una excelente madre, de verdad considero que hizo un gran trabajo, ahora que soy mayor y he podido mirar mi crianza desde otra perspectiva. Pero como todas las personas que existen o han existido, no es perfecta. Tengo impresas en mi mente muchas frases de ella que son por el estilo:

"yo te veía más como pianista, pero tú quisiste entrar a canto."

"no nos asesoramos antes de que te fueras para Inglaterra, pero tú tampoco quisiste nuestro consejo e hiciste todo sola" (lamentándose de que, no sólo fue una experiencia difícil, sino que ahora estoy endeudada por eso).

Ella siempre fue muy exigente conmigo, y a la vez que gracias a eso soy disciplinada y eficiente, soy terriblemente insegura. Tiendo a asumir inconscientemente que, o no estoy haciendo lo suficiente, o estoy haciendo las cosas mal. Por eso sospecho de estar tranquila... Pero ya que me he dado cuenta, quiero cambiar...

Si fui cantante, si me endeudé para estudiar, si me casé, si no tengo empleo estable ahorita, todo es absolutamente providencial. Dios me dio buena voz y oído; me concedió un esposo con el que mi forma de ser se aprovecha, realiza y complementa de modo que cada día estamos más cerca del Cielo; me honró con la cruz de no poder pagar mis deudas porque sabe que puedo con ella y que de ella mi alma saca beneficio; y podría seguir así con cada aspecto de mi vida. Ya tengo 30, y no me encuentro en un periodo de transición de nada, esta soy yo, tal como debía ser, todo es tal y como Nuestro Señor quiere que sea. 




No hay comentarios:

Publicar un comentario

El último mes

Mi querido y maltrecho Mac de segunda mano, que alegría me da estar acariciando tus suaves teclas, en comparación con las del enorme y profe...